Roberto Martínez es historia viva de un Necaxa de años ya olvidados, aquel equipo que venció al Santos de Pelé. Enrique Borja, un ídolo del americanismo
CIUDAD DE MÉXICO.- El futbol del "Loco" Roberto Martínez fue en blanco y negro, con zapatos de carnaza y tacos con clavos. Cuando el significado de sudar la camiseta era literal, debido a que "sólo teníamos una para jugar y entrenar durante toda la semana".
La camiseta del "Loco" tenía un escudo cosido a mano. Fue la del Necaxa, aquella con la que se convertiría en el primer mexicano en anotar un gol en el estadio Azteca. Cuando un buen salario era de 400 pesos mensuales.
"Estamos hablando del 5 de junio de 1966, cuando le metí un frentazo al balón de cuero y vencí al portero del Valencia. Desafortunadamente nos ganaron 3-1, pero el gol quedó para la historia y con la camiseta rojiblanca."
Cuenta el Cañabrava Martínez que la playera era sagrada. "No la cambiábamos con ningún jugador por nada del mundo (en primera porque sólo tenían una y era de manta). Ni siquiera nos hablábamos dentro de la cancha. Había una rivalidad real con los jugadores de equipos como las Chivas, Atlante y Pumas. ¿América?, eran nuestros barcos."
Dice que los contrincantes de ahora "se dan la playera, se besan y se abrazan. Ya no hay rivalidad, menos si cada seis meses se quitan un trapo y se ponen otro. Les sobran playeras y la publicidad".
Roberto Martínez jugó de todo, pero defendiendo una playera que ganó títulos y prestigio. "Yo jugué en la década de los 60, me rocé con elementos como Peniche, Morelos, Dellacha, Fumanchú Reynoso, Dante y Baeza; aunque no entré a la cancha, era de aquel equipo que venció al Santos de Pelé en el 61. ¿Cómo no vas a estar orgulloso de pertenecer a esos necaxistas?"
La pasión le brota. "Yo era tranquilo, fuera de la cancha. Adentro no le tenía miedo a nadie y el que me provocaba de inmediato le daba sus guamazos. Por eso me pusieron el Loco".
Y el Loco se molestó tanto cuando los españoles Fernández compraron el Necaxa y le cambiaron nombre y piel (Atlético Español) que "los fui a buscar para ponerles en su madre. Era mi Necaxa, mi razón de ser".
Defender su historia le costó tres meses de ser ignorado por sus compañeros del Atlético Español (los Toros) y la cantidad de cinco mil pesos para su retiro. "Tenía 35 años cuando me corrieron".
Conoce los rumbos de su equipo y le molesta el destierro. "Ya conocí el estadio de Aguascalientes y está preciosa la cancha. Pero que se llevaran al Necaxa no me gustó nadita de nada. Nosotros nunca tuvimos campo propio, entrenábamos en Ciudad Deportiva, escuelas y balnearios, pero a la camiseta nadie le hacía el feo".
Hoy mira más el futbol capitalino que el del que fuera el equipo de sus amores. "De hecho, cada 15 días voy al Azteca a ver al América. Y es que Manolo (Lapuente) es mi cuate y me invita a la cancha".
Por eso no se calla y responde que "el domingo estaré en la cancha apoyando a las Águilas. Los de enfrente no pertenecen al equipo de mi pasado".
El de Santa Julia tiene 73 años y guarda la camiseta rojiblanca con la que jugó una década con el Necaxa. Confiesa que terminó sus días de futbolista en el Naucalpan de Segunda División y que llegó a ponerse el uniforme blanco del Atlético Español. "Yo soy necaxista y así moriré. Pediré que mis cenizas sean regadas en la portería cercana a donde aparecen los jugadores en el Azteca. Ahí marqué el primer gol de un mexicano en ese estadio".
Ídolo ejecutivo
En los años 90 Necaxa perdió sus rayas y el mote de Electricistas se esfumó. Se convirtieron en Rayos e hijos de Televisa. El hermano chiquito del América se fue transformando en un Frankenstein con jugadores aparentemente desechados por las Águilas.
Entonces llegó Enrique Borja a la silla grande, sacó del sombrero a un ex goleador necaxista convertido en técnico experimentado llamado Manolo Lapuente. Después llegarían jugadores como Ratón Zárate, Picas Becerril, Lalo Vilches y Chema Higareda. ¿Qué pasó?, que junto a Alex Aguinaga, Ricardo Peláez, su cuñado Beto Aspe, Ambriz, Basay y después el Cuau y el Matador Hernández, conformaron un equipo que se transformaría en el hermano incómodo del Canal de las Estrellas. El equipo de la década.
"Los grandes equipos tienen arraigo, apoyo, cariño y reconocimiento por parte del público -comenta Enrique Borja desde Miami-. Y eso se logra con títulos, no cambiándole el nombre al equipo o mudándote a otro sitio."
Su caballerosidad no le permite hablar del Necaxa que a él ya no le tocó. El que se fuera a Aguascalientes, descendiera y regresara al máximo circuito con más sufrimiento que ilusiones.
"Lo que sí te puedo decir es que cuando tomé la presidencia del equipo, Televisa me dio todo el apoyo. Entonces llevé a Manolo Lapuente (hoy entrenador del América) y contraté jugadores importantes como el Ratón Zárate y Lalo Vilches. El objetivo era claro: recuperar la tradición y el prestigio del Necaxa".
Recuerda el ahora director ejecutivo de alianzas estratégicas de Concacaf que "cuando el equipo se convirtió en Atlético Español, los aficionados cambiaron rumbos. Nuestro reto -que fue de muchos- era recuperar a los viejos aficionados. Acuérdate que esto es un negocio, por ello también sembramos la afición en los niños".
Responde que no fue fácil. "La primera vez que fui a un partido del Necaxa encontré unas 500 personas en las tribunas. Y muchos eran vendedores y familiares". Después todo cambió.
Borja sabe que los clubes enamoran a la afición cuando llegan los títulos y más si éstos se asoman uno atrás de otro. "Empieza a volver la afición con los tres títulos de liga, los dos subcampeonatos, el de Copa y Concacaf. Los jóvenes se identifican con el cuadro ganador y varios jugadores brincan a la Selección Mexicana".
La charla se da previa al partido entre América y Necaxa, dos instituciones importantes para Borja, quien creció en dichos clubes como jugador y directivo. ¿Que a quién le voy? No me preguntes eso, quiero mucho a los dos equipos. Será un partido peleado, el más duro por tratarse de clubes muy ligados".
Comenta que años atrás le molestaba aquello de hermanos menores o desechos del América, lo que escuchaba cuando llegó a la presidencia rojiblanca. "Por eso se hacían los duelos más ríspidos, porque sabíamos que los reflectores los tenían los del América y era el momento de demostrar nuestra valía. Y ya lo ves, nos convertimos en el equipo de la década".
¿Si fue un error que se fuera a Aguascalientes?
"No soy el indicado de señalar si fue una equivocación o qué le pasó al Necaxa actual. Desconozco cómo fue el manejo. El problema es cuando cambias de nombre o te vas a otro lado. La pasión es el público y el arraigo también te lo da la afición".
Fuente: Excelsior
2 Comentarios
Pues degraciadamente si fue un error llevar al Necaxa a Aguascalientes ya que aqui en el Distrito Federal ya su Aficición ya estaba identifiacada con el equipo mas aparte la nueva generación infantil de Necaxistas que ya venia en camino, al Necaxa ya le esperaba un gran futuro en el Distrito Federal, los Frutos que sembraron en los 90S ya los iban a cosechar, Ya lo habia dicho el "Picas" Becerril "la Afición que esta sembrando el Necaxa se va a cosechar tarde o Temprano". pero los unicos culpables son Emilio Azcarraga Jean, Justino Compean y Raul Arias y ellos son los unicos culpables que nos quitaron a nuestro equipo valiendoles madres todo el trabajo de Enrique Borja.
ResponderEliminarQue Necesidad tiene el Necaxa de andar sufriendo en Aguascalientes, cuando en el Distrito Federal se encuentran sus verdaderos aficionados.
No fue un error un clima feo como en el D.F
ResponderEliminarSi animales
http://www.youtube.com/watch?v=qHiGCAG2nIQ&feature=youtube_gdata_player
Enrique
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