Oscar Pérez, un Conejo con suerte

Por Rosalía Romero Sánchez

El tiempo no pasa en vano, se van tan rápido en una carrera que pareciera no detenerse, de gran elasticidad, reflejos y un resorte impresionante, Oscar Conejo Pérez, un ejemplo dentro del balompié mexicano. Ídolo de chicos y grandes, una persona sencilla, trabajadora, con la alegría de jugar al fútbol.

Con el paso de los años, Oscar se ha transformado de aquél joven de cabello negro, de estatura mediana, ahora es diferente con 38 años de edad a cuestas se ha a convertido en un veterano con mucha experiencia. Padre de familia, sus hijos son la luz de sus ojos, su inspiración, su todo. Sin lugar a dudas es uno de los guardametas más sobresalientes de la historia del balompié mexicano.

En exclusiva nos abrió el baúl de los recuerdos, de aquéllos días de familia, con sus papás Pablo Pérez y Olivia Rojas (q.e.p.d), algo que no ha podido superar del todo. Y sus dos hermanos mayores que nuestro personaje: Arturo y René.

Evocó sus años de una infancia que a decir del "Conejo" no cambiaría por nada del mundo: "En el Distrito Federal, en San Andrés Tetepilco en la calle de Normandía 224. Tengo muchos recuerdos porque fue una infancia muy bonita y completa a mi manera de ver. En ocasiones mis hermanos no me dejaban ir a jugar con ellos, entonces me quejaba con mis tías Teresa y María de la Luz, hermanas de mi papá y si yo no iba, no los dejaban salir", ríe muy pícaro

Con la nostalgia y las lágrimas a punto de salir, nos confesó: "Estudié en la primaria "Elacio Pérez", una escuela de gobierno que estaba a tres cuadras de mi casa. Fue una época muy bonita mi mamá me llevaba una torta a la hora del recreo, también, me gustaban su arroz y el mole verde. Tuve la fortuna de tener una familia muy unida, y siempre nos apoyamos. Fui muy amiguero, con los vecinos salíamos a jugar la famosa "cascarita".

En su juventud sus gustos por el rock en español, Madonna, Soda Stereo, Luís Miguel y Eros Ramazotti. "No podía comprar sus discos porque en aquél entonces el dinero no me alcanzaba para esos gustos. Vivíamos al día, pero muy felices, mi papá era operador de trolebús, tenía la ruta de Municipio Libre a Mixcoac".

El Conejo, no pierde la alegría, bromea, sonríe, parece un niño, le encanta hablar de lo que pasó en su infancia y juventud. "Siempre le pedí a los Reyes Magos un Chapulín Colorado, que lo montabas y se bajaba, cómo me divertí con el, e incluso por ahí está, seguro que mi niño jugará con el cuando este un poco más grande".

Sus primeros arreos de portero se los compró de sus ahorros. "No fue fácil conseguirlos, mi papá hacía su alcancía para cuando se necesitaba, pero como teníamos familiares en Tepito, me compró mis primeros zapatos y el suéter, por cierto fue color rojo. Lamentablemente no lo conservo, pero otros sí cuando fue mi debut y el de los 400 partidos. Quiero que mis hijos los conserven siempre", acotó

Oscar estudió hasta el segundo Semestre de Bachillerato y se considera un alumno regular, que nunca se fue de pinta, porque temía que sus papás se enteraran. "Era feliz con el 8 ó 7 de calificación, ahí nos la llevábamos. Las materias que más me gustaban eran Geografía, Biología y Español. Recuerdo a mi maestra de Química, mi materia favorita, la de español, Esther Comarousky, era muy exigente y regañona".

Por cierto, el apodo del Conejo, se lo puso uno de sus mejores amigos que tiene en el fútbol, como es Francisco Palencia, a quien considera un "gran guerrero de las canchas".

En sus inicios probó suerte en las sucursales del Atlante. "En un inicio jugaba fútbol de salón y un día el tío de un amigo me llevó a probarme a las sucursales del Atlante, cuando tenía doce años, me pudieron de lateral porque había dos cancerberos, hasta que enfermó uno estuve entrenando de portero, no pasó nada. Más tarde le intenté con Necaxa y Toluca, y lo mismo hasta que me descubrieron en los torneos del PRODF, aproximadamente a finales de los 80s y a principios de los 90s, se le abrieron las puertas del Club Cruz Azul. Mi primer sueldo fue de 600 pesos", manifestó con alegría.

El ex mundialista en tres ocasiones: Francia 98 y Japón-Corea 2002 y Sudáfrica 2010, habló de los porteros que tiene México para cualquier evento: "En la actualidad hay excelentes arqueros, un Oswaldo Sánchez, todo un portero, Memo Ochoa, un joven con un gran futuro, Alfredo Talavera quién tiene la escuela de Oswaldo, Jonathan Orozco, estamos bien cubiertos en la cabaña mexicana con arqueros cien por ciento mexicanos".

Nos despedimos con una reflexión: ¿Qué significa ser portero? "Es aquél jugador que juega más a la perfección, sabes que no te puedes equivocar, es una persona que tiene que manejar su temperamento, sus nervios, no es fácil estar atrás y esperar a ver a qué horas te llega el balón, y por ahí si te llega y no la controlas o tocas, te hacen un gol. También es de mucha fuerza mental".

Fuente: Rotativo de Querétaro