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Amistoso | Necaxa 2-2 Santos

Los Rayos del Necaxa empataron a dos goles con Santos Laguna la tarde del miércoles en Mazatlán, Sinaloa cumpliendo así uno de los dos compromisos de preparación que sostendrán en tierras sinaloenses.

Roberto Salcedo, Cristian Gordillo, Carlos Ramos, Luis Omar Hernández, Abraham Riestra, Néstor Olguín, Jorge Sánchez, José Martínez, Jesús Isijara, Jonatas Goncalves “Tatá” y Víctor Lojero conformaron la oncena que Miguel de Jesús Fuentes mandó al terreno de juego.

El Club Santos Laguna inició el partido con Oswaldo Sánchez, César Bernal, Néstor Araujo, Sergio Ceballos, Luis Lozoya, Rodolfo Salinas, Ulises Rivas, Mauro Cejas, Néstor Calderón, José de la Tejera y Peterson da Cruz.

Un partido muy parejo se presentó en la primera mitad, los dos equipos trataban de proponer el encuentro y hacerse con la posesión del balón, los goles cayeron hasta el complemento.

Apenas corrían dos minutos de la segunda mitad cuando “Tatá” adelantó a los de Aguascalientes con un potente disparo que terminó en el ángulo. Necaxa seguía presionando y al 59’, el mismo delantero amazónico aumentó la ventaja en el marcador aprovechando un desconcierto de la defensiva lagunera.

Minutos después, Santos cambiaría en su totalidad la alineación que inició el encuentro. Al minuto 64’ los de la comarca se fueron al ataque y acortaron distancias con un gran disparo de Andrés Rentería que terminó en el fondo de las redes.

Quedaba poco tiempo en el reloj y los laguneros empataron el encuentro por conducto de Javier “El Chuletita” Orozco quien definió ante la salida de Roberto Salcedo.

Los Rayos del Necaxa se encuentran ahora en Culiacán donde continuarán con los entrenamientos para enfrentar el próximo sábado 28 de junio al conjunto de Dorados en el Estadio Banorte en punto de las 19:00 horas (Hora de Sinaloa); 20:00 horas (Hora del Centro).

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1 Comentarios

  1. Aguascalientes y el Necaxa, como tales, tenían poco que ver entre sí, pero en el imaginario colectivo de muchos aguascalentenses, como en el de, me atrevo a decir, la mayoría de los mexicanos no capitalinos, el Distrito Federal es siempre una presencia ominosa para los que habitamos este inmenso Cuautitlán[1]. En Aguascalientes esa presencia sigue muy viva en el recuerdo colectivo de muchos de sus habitantes. A resultas del sismo de 1985 y también como parte de una política de descentralización, las oficinas centrales del INEGI se trasladaron, con todo y gente, a Aguascalientes, con la poco agradable adición de que una serie de terrenos y casas de interés social que estaban “apalabradas” para aguascalentenses, fueron ocupadas por los trabajadores que llegaban del Distrito. El resultado, roces, incomodidad y una participación en la poco memorable campaña “haz patria, mata a un chilango”. Nunca hubo un incidente mayor, pero la sensación de la injusticia cometida se quedó en el ánimo de muchos hidrocálidos. La llegada del Necaxa, tirando literalmente la casa de los Gallos de Aguascalientes, equipo que había estado construyendo una afición muy fuerte en años anteriores y que desapareció para darle espacio a los foráneos, dejó dividida a la afición, entre resistir a los que otra vez venían a perjudicar a los locales y los que querían ver futbol, sin importar el equipo en la cancha. A corto plazo, estos últimos ganaron, pero pronto la novedad no fue suficiente, y han vuelto a aparecer, en foros y blogs, consignas de “que se vayan los foráneos”.

    El mito de origen

    El Atlante, otro migrante capitalino que fue a parar a Cancún, tuvo la magnífica fortuna de llegar con un campeonato bajo el brazo. Su momento de legitimación fue inmediato. El Atlante, independientemente de lo que pueda pasar con él más delante, ya tiene su mito de origen en Cancún, ese campeonato es una marca histórica, un hito que será relatado a generaciones venideras de cancunenses y está ya integrado a la memoria colectiva de esa ciudad. El mito de origen también legitima, en la mayoría de los casos está dado por la propia pertenencia al lugar, esto es, el Puebla es de Puebla y no tiene que justificar su creación. El Necaxa, por otro lado llega con una tradición ajena y una historia propia que no acaba de reconciliar, necesitaba con urgencia un nuevo mito de origen, un nuevo principio que lo fundiera con la memoria colectiva de Aguascalientes. Tristemente, su mito de origen será un descenso de categoría, que se relacionará con la sórdida relación política que lo trajo hasta acá. No es precisamente una memoria gloriosa a la cual acudir.

    Y tampoco puede seguir apelando el Necaxa a la narración de aquella época gloriosa de los once hermanos. Cualquiera que sepa algo de futbol (y los aficionados suelen saber algo) sabe que éste Necaxa no tiene de relación con aquel más que el nombre. Al estilo de los aztecas, los rayos se quieren montar en una mitología que no les es propia, pero de la cual se sienten los únicos poseedores y de la cual no quieren desprenderse. Mientras el Necaxa actual siga queriendo tener como rehén esa historia de bronce de los once hermanos, no va a tener oportunidad de representar a la ciudad y a la historia en la que ahora se encuentra.

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