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Columnas | La vida sin mi equipo de Primera

Por Adán Medellín.
@adan_medellin
(Playboy.com.mx)

Arturo Peña se aficionó por el Necaxa a los 9 años, cuando su papá lo llevó a un partido, y luego entró a un equipo de futbol llamado “Rayos” por invitación de un amigo. “Viví la mejor época del club en mi niñez, desde el primer campeonato contra el Cruz Azul (1994-1995) hasta el Mundial de Clubes, jugando de tú a tú contra Manchester United y ganándole al mismísimo Real Madrid”. Es una historia paralela a la de Carlos Santos, comerciante de 29 años que empezó a irle al equipo en la misma época. Era el tiempo de esplendor moderno del club fundado en 1923. Los apodaron “El equipo de la década” en los 90 y ganaron tres campeonatos de liga con la aportación de jugadores como Alex Aguinaga, Alberto García Aspe, Sergio Zárate o Nicolás Navarro.

Pero la suerte cambió y los tiempos más duros para los necaxistas llegaron con los dos descensos del club en 2009 y 2011. “Viví el primer descenso en el Azteca, irónicamente en el mismo escenario donde fui testigo de tantas glorias del Necaxa; y contra él, el “odiado” América”, recuerda Arturo.

Para este diseñador de 30 años, la forma de seguir a los Rayos cambió con el descenso, aunque sus fanáticos ya estaban heridos desde que el equipo se mudó a Aguascalientes en el Torneo de Apertura 2003, en un polémico intento de la directiva para ganar una nueva afición en una plaza donde no compitiera con equipos como América, Cruz Azul, Pumas o Atlante. Por su parte, Carlos Santos concuerda con Arturo en cuánto afectó que el equipo se mudara a tierras hidrocálidas. Implicó el sacrificio de los escasos y fieles aficionados locales, además de golpear la identidad necaxista en una sede donde no tenían historia. Santos es contundente: con el descenso “pierdes todo porque nadie le da importancia a los equipos de Segunda división. No te enteras de los fichajes. Nada”.

Para Arturo, “ser del Necaxa es ser un tanto masoquista, saber que no somos mayoría en ningún estadio, muchas veces ni en el propio”.

Los necaxistas sufren burlas constantes por su poca afición (los Rayos poseen 55 mil followers en Twitter, la mitad de los aficionados de Atlante; las Chivas atlante descensoposeen 1.6 millones de seguidores en esta red social). “El equipo nunca ha sido mediático, ni seguido por las masas, pero desde el descenso las transmisiones de los partidos y la difusión que se le da son prácticamente nulas”, reconoce Arturo, quien ahora sigue al club de sus amores viendo partidos en televisión de paga o por internet. Otro factor decisivo, como les pasa a los atlantistas, es la distancia geográfica de la nueva sede. “Me ha resultado complicado asistir a los partidos con frecuencia, sólo voy cuando el equipo visita algún estadio en el DF.”

La expectativa de los Rayos para la parcialidad necaxista es incierta tras la venta que hizo Televisa del equipo. Para Arturo los nuevos dueños aún no encuentran el camino para el repunte del club. Además, “no se ha logrado que la afición de Aguascalientes ame al equipo, tal vez porque no es originario de ese estado. En la Liga de Ascenso se han tenido temporadas malas, aun siendo el equipo con mayor nómina y mejores instalaciones”.

Carlos Santos dice que en estos tiempos amargos sólo la esperanza define al necaxismo. Por otro lado, considerando una mala elección de jugadores y directivos y la falta de continuidad en los proyectos, Arturo Peña se resigna a que el equipo se quede al menos un año más en Primera A. Sólo le corresponde apoyarlo en las buenas y en las malas, pero tiene fe al recordar el caso del Club León FC, que ascendió recientemente a la Liga MX y logró el bicampeonato: “El amor por un equipo de futbol como el mío aparentemente no tendría razón de ser, pero Necaxa es un equipo histórico. Eso nos sostiene a sus seguidores en estos momentos difíciles y nos permite soñar con la historia que está por escribirse”.
Nota: Este artículo fue publicado en Playboy,
hace exactamente un año, en diciembre de 2014

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